Hoy van dos notas de prensa, para reafirmar aquello de que solo hay personas en todos lados buenas y malas, de todo un poco, mezclado, y que ni de allá ni de acá se puede generalizar
La primera de una supuesta "persona" que dice llamarse Natalia, que ha manifestado una sarta de disparates y estupideces que demuestra su ignorancia y sus dos dedos de frente, es uruguaya y bastante me preocupa encontr
La segunda se trata de las declaraciones de una uruguaya de 42 años que estuvo retenida 7 días en el aeropuerto de Barajas antes de ser deportada, y cuenta su experiencia.
Consejos infalibles para "violar" el cinturón de castidad español
Natalia se las sabe todas. Entra y sale de España cuando quiere, sin ningún problema. La dejan entrar y la dejan salir por Barajas, el aeropuerto de Madrid, sin zamparse el trago amargo de una reconvención o rechazo del "gallego" de la policía migratoria, que tiene la llave de España en sus manos en la casilla de control.
La "Carta de Invitación" es la clave. Y bien hecha. Después, buena ropa y discreción. Nada de termo y mate, nada de vaquero gastado.
Seguro médico. Es el otro salvoconducto. Nadie aconseja arriesgarse sin este papel.
Natalia ha entrado tres veces a España en épocas recientes, todas con procedimientos tan truchos como impecables por su eficacia. Tiene 35 años y su pasaporte uruguayo dice Profesión: diseñadora. Así tuvo la habilidad de poner cuando lo sacó ¿Diseñadora de qué?. No importa, puede ser de moda, de revistas, de interiores. Esa variedad le permite armar diferentes "versos" según la ocasión.
"Lo más importante es la Carta de Invitación", subraya Natalia, "llevar contigo una carta bien hecha, que se la pueda tragar "el gaita" de turno en el aeropuerto".
"La carta la inventás, por ejemplo de un instituto en Valencia, buscás uno en Google que coincida con la profesión escrita en tu pasaporte. O lo inventás al Instituto, no importa. O un Congreso, por ejemplo: "Congreso de Artistas Iberoamericanos 2008". Te mandás un mail del supuesto congreso a vos mismo y armás una carta física, una hoja, con un logo que bajás de Internet o lo hacés en el Photoshop. Y ahí ponés que te invitan a participar, en tal fecha, para exponer en el congreso tal sobre tal o cual cosa". Una carta bien prolija, enfatiza Natalia, firmada, con una dirección cualquiera, real, de esa ciudad. "Podés poner que el alojamiento será en tal hotel o en las instalaciones del Instituto", agrega. "Ya con eso tenés más de medio cuerpo adentro". Después que salís del aeropuerto, ya no importa lo que hagas ni adónde vayas, dice, no te pueden controlar.
Otra vez Natalia entró a España, hace muy poco, para asistir un Taller Tecnológico de Escenografía. Un invento total de ella. El aduanero se tragó la Carta de Invitación sin chistar, sólo le pidió el otro "papel" imprescindible: el Seguro Médico.´
El Seguro Médico
"Sin el Seguro Médico no entrás", asegura, "se han puesto exigentes en eso", aunque más adelante lo relativizará: también ha saltado la valla sin el susodicho seguro, pero no aconseja arriesgarse. El seguro médico para 15 días en Assist Card cuesta en torno a 185 euros. Vale la pena el gasto, según ella. Al "botón de migraciones" lo han persuadido de no dejar pasar a "sudacas" enfermizos que serían atendidos a costillas del presupuesto español. En Ezeiza, si el vuelo parte de allí, pululan día y noche las promotoras de Assist Card voceando "Tengo seguros médicos, vendo seguros" entre las filas de pasajeros. "No lo duden, cómprense uno", recalca.
La pinta NO es lo de menos
"Nada de mochilas colgando del hombro, ni look cantopopu", advierte Natalia. La combinación ideal: buena ropa y discreta, que, en el caso de ella, relaciona con el color negro. Viste de negro. "Ropa muy GAP o Zara", dice, como forma de ejemplificar "la onda". Y unos buenos championes. Nada de termo y mate, nada de vaquero gastado. "Los ecuatorianos son de terror", dice, en alusión a la ropa artesanal que los distingue a media cuadra. Natalia se presenta ante el "seguroso" de Barajas bien aliñada, arregladita, "onda mina a la moda, elegante, sobria, sin nada que llame la atención".
La mujer invisible
Pasar desapercibido es otra de las claves del éxito, al momento de horadar el muro migratorio europeo. Eso pasa por el aspecto, pero también por la actitud. "Nada de ponerse nervioso", remarca Natalia, que recomienda "aparentar la mayor tranquilidad; ellos perciben enseguida tu estado nervioso" : es una de las señales "cantadas" que tienen los agentes migratorios para detectar "indeseables". A ellos los revisarán más exhaustivamente, los apartan de la fila, tratados como sospechosos. Lo mismo a los que titubeen cuando les hacen una pregunta cualquiera.
Un verso coherente
"Te pueden preguntar cualquier cosa", ilustra Natalia, preguntas como al pasar pero que sin embargo forman parte de la evaluación ante la ventanilla de acceso a la Tierra Prometida. "¿Diseñadora, de qué?", le pueden preguntar. "De escenografía", responderá inmediatamente Natalia, si la carta de invitación es a un Encuentro de Teatro Experimental. "Todo tiene que coincidir", subraya Natalia, el pasaporte, con la invitación, con lo que se dice. Sólo eso: coherencia básica, no contradecirse.
Con una carta trucha, de un simposio trucho, ropa negra, un seguro médico y actitud serena, Natalia pasa la "Puerta de Alcalá" en cinco minutos, y a otra cosa. Ya del otro lado, hace la suya, como quiera dondequiera, por el tiempo que... el tiempo, depende.
Pasarse del tiempo
Normalmente te autorizan por 6 meses, si vas a un curso, por ejemplo, dice Natalia, que durante esos seis meses puede juntar un toco de euros trabajando de moza en Ibiza. ¿Y si se pasa del plazo?. "Es un problema", reconoce, "pero tampoco insuperable", comenta. Una vez le pasó. El "migratorio" de salida en Barajas no dejó pasar el "detalle". "¿Por qué violó el tiempo permitido", la interrogó. "¿La verdad? le respondió Natalia, me tentaba quedarme y estuve buscando trabajo. Como no conseguí, me vuelvo a Uruguay". La "sinceridad", bien actuada, funciona. El agente le recordó que esa violación le impedía entrar nunca más a España y le estampó un par de sellos rojos en el pasaporte para constancia. Un mes después en Montevideo, denuncia policial mediante por extravío, sacó otro pasaporte limpito, apto para volver a las andadas.
La nueva ley europea que agudiza los controles migratorios, ya en vigencia, no parece preocuparle a Natalia. Cree que los españoles no aplicarán sus extremos más cortantes. "Ellos nos necesitan, y necesitan cierta cordialidad hispanoamericana para seguir haciendo buenos negocios, para ellos, en nuestras tierras. Tienen fuertes inversiones acá y cada vez más", opina. "El espíritu colonial sigue vivo, lo que no quieren es que se les llenen las calles de negros africanos retintos que ni se les entiende una palabra, vendiendo cedés truchos en la entrada del metro. Y de ecuatorianos, demasiados", agrega.
Natalia viaja a España de nuevo dentro de dos semanas. Dirá que para asistir a un evento en Zaragoza. Hasta carta de recomendación del Ayuntamiento tiene, con firma y "logo" oficial, que compuso una amiga suya, perita en ilustración gráfica. A las 4 de la mañana, el oficial del aeropuerto de Madrid que la inspeccione, ni se le pasará por la cabeza llamar por teléfono a Zaragoza para chequear el verso. Le dirá simplemente "Adelante Natalia" y convocará a pasar al siguiente pasajero. Un uruguayo, "escritor" él, que asistirá a la presentación de un libro "invitado por una editorial de Barcelona". Es el novio de Natalia.
Yo creo que no amerita mas comentarios, bastante me hizo calentar ya esta imbécil, su racismo y soberbia. Acá va el enlace a la nota que incluyte comentarios de toda a fauna uruguaya, los que defienden , los que la insultan, los que no se pueden creer que esta nota salga en un medio de prensa, los que le reclaman a España que deje abrirse a las otras naciones, dio para todo el tema http://www.larepublica.com.uy/politica/317735-consejos-infalibles-para-violar-el-cinturon-de-castidad-espanol
Inadmitida
Nunca había pasado por una experiencia así. A mí me dejó muy mal. El trato era como si fueras un delincuente. Veía personas desesperadas, llantos. Violan tus derechos, no tenés derecho a defenderte, no tenés derecho a nada. Tenía miedo".
Así resumió ayer Jacqueline Acherbo (43) sus siete días en el Aeropuerto de Barajas, después de haber sido inadmitida para ingresar a España el 21 de junio.
Ya sin miedo y rodeada de su familia en su casa de Villa Colón, decidió contar su historia "para que la gente sepa lo que es estar allí y que no todo lo que brilla es oro".
Jacqueline iba a pasar su cumpleaños en Valencia. Allí vive una de sus hijas con sus dos nietos y también tiene varias amigas. Había llevado su billete con el regreso marcado para el 16 de julio, la reserva de un hotel, 1.000 euros y un seguro médico internacional.
En Migración, Jacqueline no dijo que iba a visitar a su hija, porque ella está en trámite para regularizar su situación. Indicó que iba a pasar su cumpleaños con unas amigas. "No me convencés", le dijo el funcionario.
Y allí comenzó la "experiencia horrible". Dice que la hicieron pasar a un cuarto, donde comenzó a percibir el "mal trato" que se repetiría toda la semana. "Que pase por acá `ésta` decían. Mis amigas españolas no hablan así", señala.
Después le dieron un papel para firmar, del que, asegura, sólo dejaban libre a la vista el espacio para estampar la rúbrica. "No me dejaban ver en ningún momento lo que estaba firmando", asegura.
Casi en seguida una mujer pidió para ir a un baño. "Un oficial le dijo: `si tenés ganas de ir al baño orinate acá`. Ella le dijo: `¿cómo me voy a orinar acá?` Y le contestó: `Sí, oriná acá`", cuenta Jacqueline. La mujer volvió a insistir. Señaló que estaba mal del estómago. "Si tenés ganas de vomitar, vomitá acá", le respondieron, según Jacqueline.
"agua fría". Tres horas después de su llegada los hicieron subir unos cuantos pisos por la escalera, les revisaron los bolsos (sólo tenía el de mano) y les quitaron los celulares y otros objetos. "Nos llamaban de a uno, te tocan el cuerpo, te sacan las cosas y nos meten en un salón tipo cárcel", dice.
El salón es grande y a él dan varias habitaciones "con llave". Tiene un vidrio y del otro lado están los funcionarios.
- ¿Le habían dicho por qué estaba ahí?
- Nadie me dijo nada. Sólo que tenía que tener otra entrevista más.
Así pasó el sábado, el domingo, el lunes y el martes de mañana. Dormía en un cuarto "horrendo", donde había siete camas para 10 personas. "Dormíamos hombres y mujeres juntos. Había gente que no era familiar y tenían que dormir de a dos. No tenían más remedio", señala. Todos los inadmitidos almorzaban y cenaban en un salón. Para Jacqueline la comida era "horrible".
- ¿Qué tan horrible?
- Mirá qué maldad. A la milanesa le ponían cuatro o cinco papas fritas y agua arriba. Todo mojado, horrendo. Había mucha gente que no quería comer.
La higiene era otro problema. Jacqueline no tenía más ropa que la puesta y no le proporcionaron ninguna vestimenta. "Estuve todos los días con la misma ropa, la misma bombacha", señala.
Se podía bañar, pero el agua sólo salía fría. "No nos daban jabón, era detergente. Nos secábamos con las sábanas, no me daban toallas. Es horrible. A mí esto me shockeó mucho. No esperaba esto de España", dice.
El martes de tarde, día de su cumpleaños, fue la "entrevista". Ahí Jacqueline dice haberse dado cuenta de que los teléfonos que usaban estaban intervenidos. "¿Por qué no le preguntás a tu hija que está acá cómo es el trato con los inmigrantes?", le dijo una funcionaria. Le indicaron que no podía ingresar a España porque carecía de una carta invitación y que en su viaje anterior se había quedado un mes más del plazo permitido a los turistas.
"Yo no iba a quedarme. Nunca trabajé. En mi país estoy bien. Tengo mi camino acá. Me fui de vacaciones", insiste.
El abogado que le asignaron no la ayudó "en nada". Y otro abogado, contratado por sus amigas no pudo ingresar para defenderla. Eso le dijo cuando llamó más tarde a Jacqueline.
También recibieron comentarios por haber hablado con medios de prensa. Y Jacqueline tuvo "miedo. Una chica me dijo que no habláramos más. Que su tía había llamado y una oficial le dijo que estábamos muy revolucionarios y que si los uruguayitos seguíamos así íbamos a quedar 15 días más detenidos", señala.
El jueves recibió la visita de un secretario de la embajada de Uruguay en España, quien le confirmó que viajaría al día siguiente. Y así fue.
-¿Volvería a intentar viajar a España?
- Tengo una hija. ¿Qué no hace una madre por una hija. Adoro a mis hijos y a mis nietos. Y sí, lo volvería a hacer.